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Ser pobre en una crisis de laboratorio: tu miseria es parte del plan

El 10% de la población mundial posee el 86% de los recursos del planeta, mientras que el 70% más pobre sólo posee el 3%.

Publicado: 2016-07-09

El sueño americano, el de la casa con jardín, auto a la puerta, niños alborozados correteando al perro y mujer que -cual reina de belleza- despide al hombre de la casa que marcha feliz a trabajar, se ha roto. Los que mandan en los países desarrollados han destrozado el espejo en el que buena parte mundo se miraba. 

Acabo de ver un documental en el que Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista, que pone de manifiesto todas las argucias del establishment norteamericano para desbaratar la posibilidad de crecimiento de la clase trabajadora de ese país y al mismo tiempo dominarla y hacer con ella lo que les dé la gana.

Según el documental el sueño americano se ha convertido en la pesadilla de ese país, pero todo es absolutamente extrapolable. Las tácticas de dominio y la supremacía del poder económico son pan de cada día y nosotros,  el pueblo llano, vamos todos directos al matadero y aplaudiendo, porque nos han hecho creer que todos disfrutamos del 'avance'.

El preclaro cerebro de Chomsky y su sencillez para explicar realidades complejas, nos reafirma que la crisis económica, humanitaria y de valores que vivimos, tiene causa y alimento en la codicia, en el objetivo insaciable de acumular riqueza y de ser parte de una cúpula, cada vez más acaudalada y selecta.

Así las cosas -para los que detentan el poder- la clase trabajadora y la clase media son un problema, por eso "hay que enfrentarlos entre ellos e impedir su organización en sindicatos o asociaciones y obstaculizar que los partidos políticos que las representan lleguen al poder. También hay que evitar que accedan a la educación".

Desarticular y entorpecer la implementación de escuelas y universidades públicas de calidad, así como de una sanidad que atienda a todos por igual, es el objetivo de los que pretenden la proliferación de mano de obra barata. Los que mandan saben que la ignorancia y la necesidad son ingredientes que alimentan al sistema.

Si los pueblos no se organizan no hay esperanza. Que los ciudadanos tomen las riendas es el mayor temor de los que mueven los hilos, por eso movilizaciones como el 15M, que el 2011 ocupó las plazas de España, con acampadas de gente iniciando un movimiento asambleario, no son agradables a sus ojos.

Tampoco les agradan las protestas llevadas a cabo en Francia, donde los jóvenes salieron a manifestarse en contra de la reforma laboral que facilita los despidos, rebaja las indemnizaciones, y da prioridad a los acuerdos entre el comité sindical y cada empresa, tumbándose las organizaciones generales de trabajadores.

Si los pueblos no se organizan no hay esperanza. Si como en Perú el lacayo profesa la ideología del ‘amo’, estamos perdidos. Si como en el Perú seguimos optando por quien roba pero hace obra, estamos perdidos. Si en el Perú los planes de gobierno no interesan y la irracionalidad toma decisiones, también estamos perdidos.

En las últimas elecciones peruanas Keiko Fujimori no ganó, muchos votaron por el 'mal menor'. Entre una presidenta vinculada al narcotráfico, mejor un presidente cuyo pecado -conocido- es haber negociado un mal precio para la exportación del gas y tener tratos con empresas extranjeras que podrían no convenir al Perú.

Pero me pregunto y sé que no soy la única, ¿cuándo podrá el Perú votar por el mejor candidato? ¿cuándo tendremos la capacidad para salvar al país de la mediocridad? Lamentablemente luego de ver a Chomsky creo que las cosas están muy peludas para 'el bien común', y no sólo en nuestro país.

Ver en www.teleoLeo.com


Escrito por

Leonor Pérez-Durand

Periodista, presentadora fundadora de Canal N. Desde 2001 vivo en Catalunya, y a través de mi blog teleoLeo.com escribo sobre todo lo que capta mi interés. Así que blogueando andamos. 


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El establishment siempre ha tenido un diseño para perpetuar el estado de las cosas. Los demás somos piezas de un engranaje, aceitado por la falta de políticas publicas de calidad que promuevan el desarrollo igualitario.